NADIE EN EL ESCENARIO

En mi experiencia como músico, a menudo he observado que en el momento en que quien toca comparte su música desde un espacio meditativo, quienes la oyen se ven transportados y transportadas a un reino expandido de escucha, y ofrece un acompañamiento que puede llevarles, a su vez, a su propio silencio, hacia un espacio perceptivo expandido de gran placer y satisfacción. Es cierto que la técnica musical es importante, pero como ya se sabe, la «magia» proviene de algo más que llega a través de la interpretación.

Esto hace que a veces se vea a la artista o el artista musical como alguien especial. A menudo recibía cumplidos, en este sentido, y ocurría precisamente en momentos en los que tocaba algo que procedía de un espacio desconocido, un espacio de silencio, desconocido incluso para mí. Así que siempre existía esa desconexión entre ser considerado especial y saber que esa creatividad no procedía de mí, que era algo «que me superaba».

Para mí siempre fue un poco incómodo… sí, es bonito recibir cumplidos, pero me di cuenta de que cualquiera en un espacio de relajación puede tocar un instrumento sencillo, que no necesita una técnica increíble, y entrar exactamente en el mismo espacio, y compartirlo.

Cuando me encontré con la enseñanza del círculo de percusión facilitado (que aprendí de Arthur Hull, el pionero en este campo) para mí fue como recibir maná: de ser considerado especial como individuo solitario haciendo cosas especiales, a crear las condiciones para que un grupo de personas entre en esta magia, lo que llamamos «despertar el espíritu rítmico», y sentir junto a ellas lo que hay “más allá», mediante la experiencia de tocar juntos, desde un espacio de igualdad, de unidad en un campo igualitario, sin nadie en el escenario a quien admirar como espectadores pasivos nunca más.

Así pues, durante la progresión de un evento de drum circle, todos y todas en algún momento accedemos simultáneamente a una alegría compartida que va más allá de la personalidad, que va más allá de la calidad del individuo al tiempo que hace hincapié en la percepción de la propia individualidad y singularidad.

Del caos al silencio

El círculo de percusión se lleva a cabo, naturalmente, formando un círculo o en círculos concéntricos si hay más de 30 personas. Los tambores y demás instrumentos de percusión se disponen alternándolos, para que no haya saturación con un solo sonido.

Cuando el círculo es mayor de 15-20 personas normalmente da comienzo el caos, porque la gente no se resiste y empieza a tocar inmediatamente, a menos que el grupo sea muy tímido.  Se suele empezar con el jaleo y en una hora y veinte, máximo dos horas, se produce un crescendo progresivo de escucha mutua y musicalidad que genera una verdadera orquesta en la que las personas experimentan diferentes niveles de expansión perceptiva, de toma de consciencia de su propia creatividad, capacidad musical y capacidad de diálogo.

En un círculo de percusión suceden muchas cosas simultáneamente. El facilitador o la facilitadora son quienes facilitan lo que el círculo quiere expresar a través de la palabra del tambor. Cada evento de drum circle es único y completamente diferente de cualquier otro, y se define por la energía de las personas que participan en ese círculo en ese momento. Si las mismas personas participaran en otro círculo de percusión en la misma sala, aunque solo fuera una hora más tarde, manifestarían una energía y una emoción diferentes, crearían una cohesión y una musicalidad distintas a las del círculo anterior. Cada círculo de percusión es siempre un viaje hacia lo desconocido. Por lo general, nadie les dice a quienes toman parte que tienen que tocar, el único acuerdo estipulado es intentar seguir juntos el ritmo y permanecer a la escucha.

Sin embargo, hay técnicas que se utilizan en el momento adecuado. Quien facilita da instrucciones con un método llamado «enseñar sin enseñar»: te enseño algo sin pasar por la lógica, sino que te llevo directamente a la experiencia que luego estimula la sincronicidad entre las personas, por ejemplo: «parar y seguir», «llamada y respuesta» o «esculpir desde dentro hacia fuera». Estas son técnicas de facilitación que sirven para que el individuo se dé cuenta de que hay un grupo, estimule la unidad del mismo y luego pase a estimular la percepción de sentir que se están creando canciones, sobre todo ritmos armoniosos.

La imagen que Arthur Hull utiliza a menudo es que, al igual que Miguel Ángel quitó de un gran bloque de mármol lo que no era necesario y así reveló la estatua, lo mismo hacemos en el círculo de percusión, es decir, esculpimos y acentuamos lo que ya funciona. Esto aumenta la inteligencia del círculo, revela al círculo su propia inteligencia; y cuanto más comprende el círculo que está haciendo algo mágico, más se entrega a la experiencia, lo cual eleva la conciencia grupal y también individual.

El siguiente objetivo del facilitador o facilitadora es terminar en un estado de paz, en un sentimiento de magia y asombro, por lo que se intenta entrar en una dimensión coral también a través del uso de la voz, estimulando canciones sencillas o utilizando frases que puedan ser fácilmente percibidas por el círculo mientras se está tocando… o, como sucede a menudo, terminando con un OM coral. La idea es entrar en el silencio con la misma sorpresa con la que llegamos al sonido, de modo que enfaticemos el valor del silencio y así quizás acabemos con un fundido muy suave.

Agradecimientos a Arthur Hull

Estoy muy agradecido de haber conocido a Arthur Hull: está fuera del mundo de Osho, pero su enseñanza abarca por completo la visión que este tenía del humano: un ser armonioso capaz de percibir, ver, oír y sentir la belleza de los demás seres humanos, así como la suya propia, y de expandir su propia inteligencia para crear belleza, para dejar el mundo más bello de como lo encontró.

Arthur llegó a la formulación del círculo de percusión facilitado a través de la observación de dos opuestos: por un lado el círculo de percusión anárquico, el que se toca en los parques, en el que nadie puede sugerir una dirección más agradable a los demás, porque de lo contrario se le acusa de abuso de poder, y por otro lado la orquesta, en la que si no te sabes la melodía no puedes tocar, te cortan el rollo.

Arthur descubrió cómo utilizar un método para crear confianza, una relación de confianza en el círculo, donde progresivamente la música mejora como reflejo de la confianza entre quienes participan. La enseñanza de Arthur consiste en ayudar al surgimiento de la música en las personas y dejar que la flor florezca, rítmica y, por tanto, relacionalmente, y esto es algo que está en sintonía con la meditación. Reconocer la unión entre los seres humanos.

Por supuesto, también hay un componente chamánico en todo esto, ya que, a medida que tocamos, el círculo se asienta y se acomoda en ritmos que nos hacen entrar en un estado de trance, más o menos consciente, a través del cual se produce una profunda estimulación de la percepción y la intuición, como en un ritual chamánico con percusión; es algo que la mayoría de las veces no se verbaliza, pero a nivel inconsciente algo sucede.

Y de todos modos, todo lo que une a las personas por encima de las diferencias es chamánico: reconocer que todo nos habla, que el » Espíritu» está contenido en todo y en todas las personas, no solo en las que nos gustan.

El círculo de percusión es un medio excelente para estimular aspectos de la meditación y la expansión de la conciencia, y puede utilizarse con cualquier tipo de grupo de personas. Es increíble: cualesquiera que sean sus creencias, siempre resulta eficaz, pues el cuerpo-mente quiere estar al ritmo de la gente o del individuo que toca.

Así pues, el drum circle es apto para personas de todas las edades, también con discapacidad, sea cual sea su camino espiritual; pero también puede utilizarse en empresas o en cualquier situación en la que sea necesario revelar o destacar la armonía y eficacia de un grupo de personas o un equipo.  Sin duda alguna, uno de mis contextos favoritos son los festivales de meditación, como el Miasto y otros, donde realmente siento el poder de 10.000 budas tocando juntos, celebrando el centro silencioso que lo abarca todo.

Harshil es codirector de Podere Amarti y celebra círculos de percusión por toda Italia y en muchos centros de meditación, incluido el de Miasto.
Para más información sobre su obra, véase:
www.drumcirclespirit.it
www.podereamarti.it