Don Davidson, uno de los primeros alumnos de Arthur Hull, nos cuenta su experiencia al conocer a Arthur durante las primeras etapas de crecimiento del movimiento de los círculos de percusión facilitados, hace unos cuarenta años.
En Santa Cruz (California), cuando llegué como estudiante a la Universidad de California en 1980, había un impulso palpable hacia la cultura.
Era un lugar que valoraba la inocencia, la creatividad y la innovación, y buscaba las prácticas y la sabiduría de los seres humanos en todas las disciplinas y culturas del mundo.
Y había una sensación de que podía pasar cualquier cosa, en cualquier momento.
Al oír la llamada de los tambores desde lejos, mis nuevos amigos y yo salimos literalmente del bosque de secuoyas colina abajo para descubrir un campo de deportes lleno de una masa extasiada de gente que participaba en una clase de danza de inspiración africana.
Allí, en un rincón, estaba Arthur Hull, con su conjunto, produciendo música apasionante, y a través de esta música tuve mi primer contacto con el hombre que se convertiría en la piedra angular de mi vida durante los siguientes 25 años.
Por su parte, la presentación de la música de percusión tradicional africana se había convertido en una representación artística, una tergiversación cultural o una muestra estéril de etnomusicología arrancada de su contexto. La comunidad afroamericana se enfadó a menudo, y quizá con razón.
Llega un momento, sencillamente, en que todo estudiante serio de música tradicional, una vez que ha dominado las partes, aprendido las canciones y servido a los bailarines, siente el ardiente deseo de cumplir el noble objetivo de elevar el espíritu y devolver la salud, el equilibrio, la sabiduría y la prosperidad a su familia, su comunidad y su cultura.
Tal vez una cultura puede estar satisfecha de sí misma cuando logra concentrar sus necesidades en la vida de una persona. Su propósito de renacimiento y metamorfosis encuentra por fin un vehículo, un agente de cambio en esa reflexión. Arthur experimentó estos cambios.
No creo que el nacimiento del movimiento de los círculos de percusión pudiera haber surgido fuera del contexto de la Norteamérica empresarial.. Julian Jaynes sugiere en su obra El origen de la conciencia en la ruptura de la mente bicameral que la conciencia se originó en las fronteras culturales, donde los comerciantes acostumbraban a negociar con personas muy diferentes de ellos y donde el éxito dependía de unas relaciones buenas y armoniosas. En el transcurso de una serie de sesiones de formación de equipos con Apple Computer a finales de los ochenta, vi cómo Arthur pasaba de ser un maestro de la percusión a un facilitador del espíritu humano.
Estas sesiones pasaron de celebrar un modelo africano de comunidad a una auténtica y poderosa organización de aprendizaje activo.
El resultado fue una calidad en las relaciones prácticamente desconocida hasta entonces, que se convirtió en una comunidad muy motivada, muy inteligente y orientada a los resultados.
Allí nació esta nueva y poderosa forma musical: el círculo de percusión facilitado.
Como casi siempre es cierto que la invención es la madre de la necesidad, y no al revés, buscamos entonces otros sectores de población cuyas necesidades pudieran satisfacerse con esta nueva forma de tocar el tambor. Llevamos el círculo de percusión a escolares y profesores, grupos de hombres y mujeres, instituciones penitenciarias, supervivientes de cáncer, orquestas, empresas, departamentos de defensa y grupos religiosos. Percusionistas y músicos, así como muchas personas que nunca habían confiado en su sentido rítmico o musical, todos y todas respondían a la magia de unirse en un círculo de percusión.
A día de hoy, en el nuevo milenio, el círculo de percusión “artúrico” ha llegado a cientos de miles de personas de todo tipo y en todas las situaciones posibles, a través de numerosas culturas de todo el mundo. Y sin embargo, la experiencia es tan profunda, tan poderosa, tan difícil de describir que, en verdad, es como dijo el poeta Rumi: «Quienes no oyen la música piensan que los bailarines están locos».
Para comprender realmente el poder, la humildad y la claridad del mensaje de ese «muro de sonido», hay que sentarse en un círculo de percusión.
Dentro de esa universalidad hay un gran regalo, solo para ti.
(del libro Drum circle facilitation, de Arthur Hull)
Únete al primer curso intensivo de 6 días sobre facilitación de círculos de percusión celebrado en Italia con Arthur Hull, del 5 al 10 de julio de 2020.